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Joás obedeció a Dios en todo, pues así lo educó el sacerdote Joiadá. Pero no quitó los pequeños templos donde el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso a los ídolos.

4-5 Un día Joás le dijo a los sacerdotes:

«Recojan ustedes el dinero de las ofrendas que la gente lleva al templo de Dios, tanto las ofrendas obligatorias como las voluntarias. Tomen todo ese dinero y úsenlo para las reparaciones del templo».

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